Al día siguiente a las 12:13 Rubén y
Jeny salieron del centro de Madrid en coche.
-¿Es muy lejos? –pregunta ella.
-Bueno, a una hora y media más o menos,
¿por qué siempre que vamos en coche me preguntas lo mismo?
-Odio ir en coche.
-Bueno, podemos poner un poco de música
y así el viaje será más llevadero.
Con la música a tope, Jeny se sintió
mejor, y efectivamente, el viaje se pasó volando mientras cantaba sus canciones
preferidas.
Sonaba ‘Sun is shining’ cuando llegaron
al lugar de la fiesta.
-Mangel no sabe nada, él viene con
Cheeto más tarde, pensando que van a salir de aventuras como hacen a
veces.Tenemos tiempo para preparar todo.
Tardaron dos horas en arreglar el sitio,
traer la comida y la bebida y comprar el hielo.La gente iba llegando y Rubén le
iba presentando a Jeny a todo el mundo, pero había tanta gente que para ella
era difícil memorizar todos los nombres.
-Maximus, ¿ella va a venir? – Rubén se
dirigió a un chico alto y moreno.
-Sí, Cheeto la invitó.Viene con una
amiga, Ivanna.
-¿Esa fue la que se lió con él hace dos
semanas?
-Sí.
-Vaya, no sabía que fuesen amigas… la
verdad es que yo no quiero verla.
-Pues mírala, ahí viene…
Rubén se acercó a Jeny y la llevó junto
a él hacia dos chicas que acababan de entrar.
-Estas son Jen e Ivanna.
-Encantadas – respondieron las dos - ¿y
tú eres…? – preguntó Jen.
-Jeny, igualmente.
-Bueno, Jeny cariño, ven, tenemos que ir
al coche a buscar los cedés con la música.
-No, tranquilo, nosotras la
acompañaremos y así nos conoceremos mejor – dijo Ivanna sonriendo.
-Cierto, además, tú deberías ir buscando
las velas, Mangel está a punto de llegar – señala Jen.
-Bueno, tienes razón –dice Rubén
mientras le da las llaves del coche a Jeny.- No tarden mucho.
De camino al coche, las dos chicas que
acababa de conocer, le hacían preguntas normales hasta que llegaron…
-¿Es tu novio? – pregunta Jen mientras
mira de reojo a Jeny.
-¿Eh?
-Anda, no te hagas la mosquita muerta
–responde Ivanna de mala gana.
-¿Qué dices?
-Mira puta, respóndeme ya que no tengo
todo el día – apunta Jen mientras se muestra nerviosa.
-¿No dices nada?... Jannies, a esta le
ha comido la lengua el gato – ríe Ivanna.
-Rubén sigue siendo mío, ¿te enteras?
Más vale alejarte de él o te llevarás la paliza de tu vida.
De pronto Ivanna y Jen se miran y
acorralan a Jeny y comienzan a insultarla; se burlan de ella fingiendo ser
Rubén.
-
Ohhhh cariñooooo – dice Ivanna.
-
Qué asco, en serio, ¿cómo puede ser tan
repulsivo a veces?
-
Repulsivas son ustedes – protesta Jeny.
-
Bueno,vámonos Jen, la fiesta va a empezar;
pasa de esta niñata que sólo es su segundo plato.
-Que empiece la fieeeeeeesta – grita Mangel lleno de emoción.
Jeny se acercó a él y le felicitó y le dio su regalo: unos cascos y un micrófono nuevos.Estuvo un rato sin ver a Rubén pero bailó con Maximus y Cheeto y lo pasó bien.Eran muy divertidos.
De pronto, le dieron ganas de ir al baño, y cuando llegó, se topó con una sorpresa muy desagradable: Rubén y Jen se estaban liando allí mismo, por fuera de los baños.
Llena de odio, rabia y decepción, se dirigió a Mangel, y de nuevo le deseó un feliz cumpleaños y le explicó que debía marcharse aunque no le dijo por qué lo hacía realmente.Llamó a un taxi y regresó a casa.
Al llegar, encontró un sobre en el felpudo de la puerta; era una carta de su arrendador (persona que alquila una vivienda), en la que decía que debía desalojar el piso en las próximas dos semanas por el incumplimiento del pago del mes pasado, y es que Jeny no andaba “muy sobrada de dinero”.
<<Joder, ¿y ahora qué hago? Llamaré a mamá, hace tiempo que no la llamo y tengo que contarle todo lo que ha pasado desde la semana pasada y confirmar mis vacaciones allá en Tenerife>> - pensó.
Jeny llamó varias veces, pero nadie contestaba.Ya lo intentaría más tarde, necesitaba descansar de aquellos dos recientes golpes.Se tumbó en la cama con el móvil, y mientras revisaba sus redes sociales, le llegaron las notificaciones de los tweets de Rubén.Está mostrando fotos de la fiesta y se le ve increíblemente borracho.Jeny se enfadó mucho al recordar aquella escena, pero estaba demasiado cansada como para tener demasiados remordimientos así que se quedó dormida.
Varias horas más tarde se despertó por el sonido de su teléfono.
-¿Diga?
-Buenas, ¿hablo con la señorita Jeny García? – interroga una voz masculina desconocida al otro lado del teléfono.
-Sí, soy yo, ¿qué ocurre?
-Escuche, esto no es algo fácil de decir, y créame que lo siento muchísimo, pero su madre y su hermano han fallecido en un accidente de tráfico.
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