lunes, 10 de agosto de 2015

CAPÍTULO 11.



Tras un mes de recuperación intensiva, el psicólogo decidió reducir las sesiones de Jeny a una vez cada dos semanas.Rubén la estaba ayudando en todo lo que podía.
Aún así, volvía a tener problemas, pues aún no había pagado el alquiler.Intentaba no salir mucho de casa y fingía que no estaba cada vez que el arrendador tocaba su puerta.
-      Jeny, soy yo, ábreme – ruega Rubén.
-      Voy – dice mientras abre la puerta.
-      ¿Qué tal estás hoy?
-      Pues bien, bien. Espera un segundo que dejé los spaghetti al fuego.
-      Vale.
Rubén se sentó en el sofá y encontró un papel debajo de la mesilla del salón.
Era la carta del arrendador; en la que le rogaba que pagase el alquiler que debía o desalojase el piso.
-      Jeny, ¿cuándo pensabas contarme esto?
-      ¿El qué?
-      Ven aquí.
-      ¿Dónde encontraste eso? – dice enfadada cuando ve la carta.
-      Eso no importa. ¿Qué piensas hacer?
-      No es de tu incumbencia.
-      Claro que lo es. Dime qué cojones piensas hacer.
-      No me levantes la voz y déjame en paz.
-      No te voy a dejar en paz, solo quiero ayudarte.
-      Lárgate.
-      ¿Para qué? ¿Para que intentes llamar la atención cortándote?
-      Fuera de aquí, imbécil.
-      Lo… lo siento. No tuve que decir eso. Múdate conmigo.
-      ¿Qué? Tú flipas.
-      Me he preocupado por ti un mes entero y lo seguiré haciendo.
-      No quiero tu compasión.
-      No te la estoy dando, solo te pido que te vengas a vivir conmigo.
-      No tengo trabajo, ¿cómo te pagaré?
-      No necesito tu dinero.
-      Pero no voy a ser una caradura.
-      Tengo una idea; podrías ayudarme con el canal, ya sabes, ayudarme a editar, darme ideas y ser mi cámara.
-      Bueno… tampoco es que sea mucho.
-      No me importa, es suficiente.Además, no estás en condiciones para trabajar aún.
-      ¿Y cómo lo haremos? Tendré que tirar muchos muebles…
-      Podemos vender los que sobren, además, yo tengo algunos que me gustaría cambiar, podríamos cambiarlos y vender el resto.
-      ¿Dormiría contigo?
-      Tengo una habitación de invitados bastante grande, puedes cogerla para ti.
-      Esto es una locura.
-      Yo sí que estoy loco…
-      Lo sé – lo interrumpe.
-      … por ti.

CAPÍTULO 10.



Cuando Rubén entró al baño, vio a Jeny tumbada en el suelo con un charco de sangre a su alrededor y una cuchilla.
-      ¡JODER, NO! – gritó y marcó el número de una ambulancia.
-      Jeny, aguanta –dijo mientras la cogía en brazos.
La ambulancia no tardó nada en llegar.
Llevaron a Jeny a urgencias, había perdido muchísima sangre y había que cerrar las heridas con puntos y hacerle una transfusión lo antes posible.
Finalmente, sobre las 3 de la madrugada, la trasladaron a una habitación.Allí el médico le hizo varias preguntas a Rubén:
-¿Quién es usted?
-Su … novio –tardó en contestar.
-¿Tiene alguna idea de por qué lo ha hecho?
-No, la verdad es que nunca pensé que esto podría ocurrir.Jeny parecía feliz con su vida.
-Parecía – enfatizó el doctor.- Solo quiero que sepa que necesita ayuda y mucho apoyo por parte de sus seres queridos.Tiene que volver a apreciar su vida y aprender que esta no es una solución.Tenga sumo cuidado con lo que diga, estará extremadamente sensible cuando despierte, y lo último que queremos es agravar la situación.
Cuando el médico se fue, Rubén se tumbó en un sofá que había al lado de la camilla y se quedó profundamente dormido.
A las pocas horas Jeny despertó.
-      ¿Qué? ¿Qué hago aquí? No, no, no, esto no puede ser. Lo hice bien joder, ¿por qué no ha funcionado? – miró a su alrededor y vio a Rubén – joder… has sido tú.No era tu puta elección, no te di permiso a elegir sobre mi vida, ¿me oyes? Es mi vida. Y si quiero acabar con ella, lo haré. Te odio por esto.
-      ¿Qué querías que hiciera? ¿Dejarte morir?
-      Cállate y preocúpate por tu novia, a mí déjame en paz.Ya soy mayor para poder elegir qué es lo que quiero.
-      No sabes lo que dices.
-      Y me lo dice alguien que no ha perdido a su familia en un accidente.Alguien que no se ha quedado completamente solo.
-      ¿E.. en serio?
-      Y para colmo tú me humillaste.
-      ¿Qué dices?
-      Te vi con Jen.Muy pegaditos.Dándose mucho amor.
-      Joder… no me acuerdo de nada.
-      Pues bien que lo twitteaste anoche.
-      ¿Eh? Pero si yo no tengo mi móvil.Lo tiene…
-      Tu querida novia.
-      Mi novia eres tú, o al menos eso le dije anoche al doctor.
De pronto entró un enfermero y trajo un par de pastillas.
-      Tómatelas – se dirigió a Jeny.
-      ¿Para qué es esto?
-      Para evitar infecciones en las heridas.Son muy profundas y no queremos ninguna complicación durante el proceso de cicatrización.Tómatelas.
-      Está bien.
-      Es hora de la ducha; vamos que te ayudo.
-      ¿Qué? Tú no me vas a duchar.
-      Tú sola no puedes, perdiste bastante sangre y puede que te marees.
-      No pienso dejar que tú lo hagas. ¿No hay alguna enfermera?
-      Ahora mismo no hay ninguna disponible, y me han asignado a tu cargo.Vamos.
-      No, no y no.Es obvio que no voy a dejar que un desconocido me bañe.
-      Hay que hacerlo.
-      ¿Puede hacerlo él? – señaló a Rubén.
-      Bueno, si puede sostenerte sí.
-      ¿Yo? – se sorprendió.
-      Sí, puedes, ahora llévame al baño, y usted váyase por favor – rogó.
Rubén cogió a Jeny en brazos y la llevó hasta el baño.
-      Ya te puedes ir tú también.
-      ¿No has oído al enfermero? Tú sola no puedes.
-      Puedo, créeme.Si necesito tu ayuda te lo digo y listo.
-      Pues yo no me voy de aquí.
-      Pues date la vuelta.
Jeny pudo ducharse sola.
-      Pásame la toalla, pero no te des la vuelta.
-      Será bastante bueno lo que me quieres ocultar para estar tan empeñada en que no te vea.
-      ¡Idiota! – ríe ella.
-      Menos mal, me preocupaba no escuchar tu risa durante tanto tiempo.
-      Bueno… ya me puedes llevar.
Dos días más tarde le dieron el alta.
-      Bueno, señorita; vamos a darle el alta pero tiene que seguir medicándose y me temo que deberá asistir a sesiones de terapia dos veces por semana.Aquí tiene el número de uno de los mejores psicólogos que conozco – le tiende una tarjeta.
-      Gracias, pero creo que no me hará falta…
-      La hará, créame.Vaya bajando a la recepción y va firmando los documentos.
-      Y usted, vigílela muy bien.Parece que se encuentra mejor, pero las apariencias muchas veces engañan y no podemos fiarnos.
-      Lo haré.
-      Ah, y por cierto, tenga especial cuidado con su medicina ya que muchas veces los pacientes fingen tomarla y en realidad la escupen o vomitan.

miércoles, 5 de agosto de 2015

CAPÍTULO 9.



A Jeny se le cayó el móvil al suelo.Estaba paralizada.
-No, no puede ser – grita mientras comienzan a salir lágrimas de sus ojos.
De pronto, empezó a temblar y se desmayó.
En la fiesta de Mangel estaban todos muy borrachos, ya eran las doce de la noche.Rubén se había quedado dormido cerca de la piscina.
-Rubius, despierta – le toca Maximus.
-Ehhh?
-Es hora de que te lleve a casa, estás que das pena…
Maximus lo ayudó a levantar y tras despedirse de Mangel, lo ayudó a montarse en su coche.
-Ehh tío que yo puedo conducir – balbucea Rubén.
-Ni de coña.Tranquilo, no le pasará nada a tu coche.
Tras casi dos horas, llegaron al piso de Rubén.
-Bueno, ya llegamos… despierta anda.
-Uf, qué dolor de cabeza…
-Ya eres más Rubén, pero aún estás borracho, ¿puedes subir solo?
-Sí, tranquilo. ¿Quieres que te deje mi coche?
-Me harías un gran favor; mañana te lo traigo de vuelta.
<<Menos mal que tenemos ascensor>> - pensó Rubén.
Miró su móvil: 5 llamadas perdidas de Jeny.
<<Joder, no me acordaba de ella… Bueno, a decir verdad, no me acuerdo de nada.Voy a pedirle perdón.>>
Cuando llegó a la puerta de Jeny, escuchó unos llantos muy fuertes que cesaron de pronto.
-¿Jeny? – preguntó mientras tocaba en la puerta.
No recibió respuesta.
-Jenyyyyy – tocó más fuerte, pero de pronto la puerta se abrió; estaba mal cerrada.
Entró y la buscó por todas partes pero no la veía.Se acercó a la puerta del baño, estaba entreabierta.
-¿Estás ahí?
Al no recibir ninguna respuesta, decidió abrir la puerta.
-¡NO PUEDE SER!