Otro día más, los primeros rayos de sol entraron por su
ventana y cuando se despertó por segunda vez (siempre hacía lo mismo: ponía el
despertador a las 7 pero lo apagaba y hacía esa falsa promesa día tras día ‘‘5
minutos más…’’ y se dormía hasta las 8 menos cuarto) gritó:
¡Mierda, otra vez llego tarde!
Llegar a tiempo no era su punto fuerte y por ello siempre
se avergonzaba cuando llegaba el momento de entrar a clase porque a nadie le
gusta interrumpir…
Se duchó en cinco minutos y desayunó en diez. Mientras se
cepillaba los dientes se maquillaba, era un truco que sólo ella sabía hacer.
La facultad no estaba muy lejos de su casa, por ello era
fácil llegar a pie, sin embargo, iba con tanto retraso que decidió coger el
autobús. (No tenía coche, su situación económica todavía no le había permitido
ni si quiera sacarse el carné de conducir; además solo llevaba unas semanas
allí en Madrid.)
Jeny cursaba el primer curso del ‘‘Grado en Lenguas
Modernas’’ en la Universidad Complutense de Madrid.Se había mudado desde Canarias para independizarse y estudiar lo que más le gustaba: los idiomas.
Cuando llegó a clase, tras disculparse por su retraso (cosa muy frecuente en ella), se sentó junto a su algo más que compañero y amigo Sergio.
Cuando llegó a clase, tras disculparse por su retraso (cosa muy frecuente en ella), se sentó junto a su algo más que compañero y amigo Sergio.
-Hola.
-Siempre tarde eh dormilona – comenta Sergio sonriendo
-La profe acaba de marcar el examen de gramática inglesa.
-Acabo de llegar y ya haces que me quiera ir – dice Jeny
con una sonrisa.
Al acabar las clases, Jeny regresó a casa caminando,
acompañada por Sergio quien le había prometido enseñarle algunas recetas de
cocina.
-Siento el desorden, pero no he tenido mucho tiempo…
menos mal que ya es viernes.¿Cuál es el plato estrella de hoy?
-Lasaña por supuesto.
-¡Hmmm me encanta!
-Lo sé, por eso decidí enseñarte – dice Sergio un
tanto serio.
-¿Ocurre algo? – pregunta Jeny.
-Nada.Pongámonos manos a la obra.
Tras varias horas aprendiendo a destrozar la cocina,
llega el momento de descansar y de probar el desastre.
-Bueno… le doy un 3.
-¿Solamente un 3?
-Sobre cinco – comenta divertido.
Se acerca a los labios de Jeny y la besa.
-Oye…
-Lo siento, es la costumbre.Creo que mejor me voy.
-No, de verdad, no tienes por qué.
-Sí – se levanta y se dirige a la puerta.
-No entiendo por qué te pones así.
-Y yo no entiendo por qué me tienes entre la espada y la
pared; no quieres estar conmigo, pero tampoco quieres estar sin mi.Cuando te
decidas, hablamos.Lo siento Jeny.
<<¿Por
qué resulta todo tan difícil?>> pensaba.
Se
pasaron las horas volando, aprovechó la tarde para poner su armario en orden y
sin darse cuenta se hizo de noche.Se duchó y cenó lasaña que había sobrado del
almuerzo.Finalmente se fue a la cama temprano.
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